El club de la pelea

El club de la pelea es una novela escrita por Chuck Palahniuk en la cual la violencia representa el proceso hacia el despertar de la conciencia.

En la novela, igual que en la vida real, los personajes perciben la realidad a través de un velo; desde una visión subjetiva o desde una posición relativamente cómoda en la que parece que todo está dado y donde lo más fácil es simplemente recibir, lo bueno o lo malo, pero recibir sin mayor esfuerzo o cuestionamiento. Es decir, lo que nos tragamos, literalmente: un consumismo exacerbado, modelos que vida que sólo generan frustración, comportamientos que nos llevan a la incomprensión de nuestro mundo y a que no se nos comprenda, lo cual también genera angustia, desolación y soledad.

Los personajes, voluntaria o involuntariamente, se someten o se enfrentan a la lucha: a los golpes; esos golpes representan la ruptura de aquel velo u obstáculo que no permite ver realmente.

El golpe es la ruptura, y después de la ruptura llega el despertar, que es el aparecer en otro lugar, en la realidad. El despertar está relacionado con el saber, y todo lo anterior se puede resumir en la aparición de la conciencia, es decir, del percatarse de lo que pasa realmente.

Asimismo la destrucción y autodestrucción están íntimamente relacionadas con un planteamiento central en la novela, la creación del Proyecto Estragos, cuyo objeto es provocar una glaciación cultural: el deseo de terminar con la civilización para reciclar al mundo.

La búsqueda constante por tocar fondo está ligada al renacimiento, sin embargo también se relaciona con que sólo podemos captar el verdadero sentido de la vida, cuando hemos entendido el significado de la muerte.

Así, cada golpe busca la creación de la conciencia. La conciencia que Palahniuk procura, según lo que él mismo expresó en una entrevista y lo que se puede leer en El club de la pelea, es la conciencia de la mortalidad, porque aquello que realmente le interesa es decirle a los jóvenes: “¡Adelante! haz de tu vida lo que quieras, pero hazlo hoy, no mañana”.

En nuestra cultura, se tiene certeza de la muerte, de que es un hecho que a todo ser humano alcanzará; sin embargo, siempre se piensa en ella a la distancia, como un plan a largo plazo; no como si estuviera siempre presente ni como si tuviera la posibilidad de ocurrir en cualquier momento.

Palahniuk pretende crear conciencia de la vulnerabilidad del hombre frente a la muerte.

Cuando se toma conciencia de que la muerte está siempre acechando, la vida adquiere un sentido y una intensidad diferentes; en ese caso se valora verdaderamente el presente, el instante: todos podemos morir en cualquier momento.

Cuando se concibe la muerte como un hecho lejano, el presente deja de ser decisivo porque siempre se cree en la posibilidad de resolver en el futuro: se tiene esperanza en el futuro.

El club de la pelea plantea la realidad del hombre enajenado y propone su despertar a la conciencia, pero para alcanzar la conciencia, primero se debe llegar al punto más crítico: tocar fondo; y desde ahí, golpearse a sí mismo o ser golpeado para desgarrar la niebla que no deja ver lo real, que nos mantiene dormidos.