11 noviembre 2009

Más allá de la razón (5)

De la sensualidad a la espiritualidad
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En nuestro camino hacia el entendimiento de lo romántico, hemos querido adentrarnos en esta ocasión en la clásica obra Lucinda, de Fredrich Schlegel, con el motivo de intentar identificar en qué consiste el romanticismo para este autor y de qué manera lo expone; cuáles son su temas y cuál sería su planteamiento principal. Empecemos por esbozar una gama de temas, con el fin de dar un interesante matiz a la obra, y no ser presas del reduccionismo racional:
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Un importante tema, que lo encontramos en Schlegel, así como en muchos otros autores anteriores y contemporáneos suyos (Diderot, Voltaire, Condorcet, Kant, Schiller, Goethe, Novalis, etc.), es aquel del alcance de la totalidad. Pero, a diferencia de otro tipo de totalidades, ésta se logra con el reconocimiento y la integración de lo otro en la vida propia, como lo masculino en lo femenino o lo femenino en lo masculino, por ejemplo. Este anhelo de completud es una preocupación moderna en general, la cual se nos muestra vastamente tanto en su faceta racional como en su cara romántica. Es el ansia de realización, de plenitud, de ser entero: de alcanzar un equilibrio en la integración del todo a la vida.
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Este ideal nace en oposición al nuevo individuo que se forma con la naciente hegemonía del mercado en la vida, del individuo especializado (unidimensional en términos de Marcuse) cuyo fin último es la ágil y eficiente producción. Este es un ser alienado, enajenado, un hombre ajeno a su realidad y, más todavía, a su totalidad, el cual es ya incapaz de encontrar su realización en el trabajo (en el sentido en el que lo expone Marx). Este tipo de hombre será posteriormente retratado de manera profusa por las vanguardias. Será visto como una entidad sufriente, fragmentada, sin perspectiva, etc.
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Así, desde el romanticismo habrá una batalla explícita entre la vida fragmentada y el ser total. El ideal será el encontrarse del hombre consigo mismo, el darse cuenta de que yo soy en la medida en que yo soy el otro. El reconocimiento de la alteridad para el conocimiento de uno mismo. Lo cual, en el ámbito Lucinda, lo observamos como encuentro e integración de la feminidad.
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Otro tema interesante es el del apego a las cosas, a las personas o a las ideas. Es decir, el hombre moderno tiende a crear un vínculo tal con las cosas que llega un momento en el que ya no logra ser independiente de aquel elemento, pierde su libertad y se vuelve prisionero. Un buen ejemplo, el cual tal vez sea el apego más grande de los hombres, es el ego, retratado en el mito de Narciso: se ahoga en sí mismo. Con lo cual nos surge la siguiente pregunta: ¿es indispensable morir para vivir? Pensamos que no, que la vida puede alcanzarse en vida.

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El ocio es también un protagonista de las reflexiones de Schlegel. Sin embargo, este no es el ocio que el mundo capitalista de la producción nos ha hecho ver (con la ponderación del negocio = neg-ocio = la negación del ocio), es decir, un término y un estado que tiene una gran connotación negativa otorgada por el reino del mercado, el cual pondera el trabajo productivo y la acción utilitaria. Pero, no obstante lo anterior, el ocio no siempre fue considerado así; antes tuvo un connotación positiva, era considerado como un espacio para la reflexión y para la contemplación. El ocio era noble, bueno, y estaba ligado a la espiritualidad, así como al desarrollo de la completud estética.
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Y, sin embargo, aún no hemos esbozado lo que para nosotros es el planteamiento principal que Schlegel realiza en Lucinda. Éste consiste en el camino que el hombre debe recorrer para lograr en así la completud y la belleza. Este es un recorrido que va de la sensualidad más desenfrenada a la espiritualidad más profunda. Es decir, lograr salir del orden de la sensualidad, de la vida cotidiana, aparente, superficial, transitoria, efímera, fugaz, finita; de la vida instrascendente de los medios y fines prácticos. Hay que entrar al orden de la espiritualidad, de lo profundo, de lo trascendente; hay que darse cuenta de que el hombre no es esto o lo otro, sino todo junto.
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Prueba de lo anterior es "Las confesiones de un diletante", donde Julio confiesa haber vivido en la sensualidad más plena, haber sido un hombre que se regía por el orden de los sentidos que aceptaba los goces fugaces como lo máximo. Hay que notar el hecho de que esto es un confesión, la cual tiene una connotación de liberación de culpa, es un cierto lenguaje de perdón. Julio confiesa un pecado, un error, con el motivo de instruir a los otros para que no caigan en los errores que él y muchos otros han cometido. Se confiesa también en aras de la absolución divina, en la búsqueda de un alma bella.
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Sin embargo, el acceso a la espiritualidad no es el fin último, es decir, el cometido principal no es llegar a lo etéreo y quedarse ahí para la eternidad. En realidad, el único motivo por el que tiene sentido el alcance de lo espiritual es el de regresar a la vida y poder emplear lo aprendido, poder tener completud y visión clara en los hechos cotidianos. Es lograr la síntesis del hombre completo, descender a los abismos del yo y regresar triunfante, con un alma nueva y sumamente bella, ordenada. Es decir, construir la vida como una obra de arte, como una producción bella del sujeto mismo. Es en este sentido que se dice que el romanticismo busca un acercamiento de la vida y el arte. Lucinda, en pocas palabras, no propone abandonar el aquí y el ahora, sino trascenderlo con la formación de la completud bella.
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Hemos intentado esbozar lo que a nuestro parecer es una interpretación muy importante que se puede hacer de esta obra. Como siempre, ponderamos lo temático o lo sociológico por encima de lo formal, por considerar éstos como enfoques más profundos. Sin embargo, debido que a Lucinda ofrece una construcción particular, un "bella" mezcla de géneros literarios (narración, ensayo, espístola, etc.), consideramos necesario adentrarnos y examinar esta faceta de la obra. Lo cual realizaremos en nuestra próxima clase.

28 octubre 2009

Más allá de la razón (4)

Las lecciones vitales de Novalis

Aunque ya hemos comentado con alguna profundidad Los himnos a la noche del icónico poeta alemán Novalis, sería interesante acercarnos a él de una manera un poco menos académica y más bien vital. Esta idea nos surge a partir de la gran cantidad de teoría que se realiza con un afán puramente teorético, esto es, con el único fin de generar un conocimiento abstracto, el cual no llega nunca a realizarse en el mundo de los hechos. Pensamos que la teoría es siempre una fase previa de la prática, que es necesario que todo aquel conociemiento que se genere en el aula académica llegue a constituir una herramienta vital para el estudiante, porque, de otra manera, sería un conocimiento muy pobre.

Así, nos surgen algunas interesantes preguntas que podríamos formular a partir de la obra poética de Novalis: ¿Para qué nos sirve toda esta cuestión del idealismo mágico de Novalis? ¿Qué importancia puede tener en la vida cotidiana? ¿O es algo que sólo puede quedarse en el ámbito intelectual? Y si no, ¿Cuáles son las grandes lecciones que podríamos desprender del autor, y del romanticismo del autor? Pero, antes de intentar responder esta última pregunta, que es la que en verdad nos interesa, tratemos de responder algunas otras.

¿Cuál es el punto central del idealismo mágico? Parece ser que el cometido principal de éste es desprenderse de la vida terrenal, para lograr alcanzar la verdad pura, no mediatizada por algún tipo de codificación artificial, que sólo nos daría una visión parcial, mas no auténtica.

¿Cuáles son las herramientas de que se vale Novalis para conseguir lo anterior? En una primera instancia podríamos pensar que es el sueño, el cual es para el poeta un medio de conexión con el más allá espiritual. En segundo término podemos pensar que es la imaginación, con la cual los hombres podemos crear mundos impresionantes, que desafían toda razón. Sin embargo, la herramienta más importante para Novalis es la voluntad: el hombre, parece decirnos el autor, es capaz de transfigurar cualquier suceso, de aniquilar, en pensamiento, a la vida misma. Es posible, mediante un acto mágico de la consciencia, forjar los hechos a la medida del sujeto. Somos capaces de lograr milagros.

¿Cómo podemos interpretar el cometido central de Novalis, es decir, el alcance de la verdad? Podemos pensar que se trata de una liberación con respecto de las cadenas que la mente le pone al sujeto, de la manera como éstan determinadas todas sus acciones: casi automáticamente. En otro sentido, podríamos pensarlo en términos de salvación, casi a la manera cristiana, pues consiste en la emancipación de las ataduras terrenales, que nos conducen a un poder espiritual muy intenso.


Ahora intentemos volver a nuestra pregunta inicial, que constituye en realidad nuestra reflexión principal: "¿Cuáles son las grandes lecciones que podríamos desprender del autor, y del romanticismo del autor?" Podemos pensar que de alguna manera el autor intenta decir que para él, y para muchos otros, la realidad última no se encuentra en la vida cotidiana, que no es ahí donde el hombre puede encontrar su realización. Existen otros planos de existencia, y no es nada gratificante quedarse en los planos superficiales. Novalis realiza un viaje a ese otro plano más espiritual y regresa a la vida cotidiana con una nueva visión de las cosas, renovado, con nuevas herramientas para actuar en la vida cotidiana.


Podemos saber muchas cosas, pero ¿para qué nos sirve tanto conocomiento si sólo permanece en el estado abstracto? ¿Somos felices, mejores en la vida, viviendo en la abstracción academicista? El tema de fondo de esta reflexión es acerca de cómo se integra el conocimiento en nuestra personalidad y cómo se desarrolla ésta en la vida cotidiana. Esta es la gran lección que podemos desprender de Novalis: aprender es cambiar, transformarse.

21 octubre 2009

Más allá de la razón (3)

El lado oscuro es el verdadero lado claro

Después de haber dado una breve, y sin embargo profunda, introducción al mundo del romanticismo, sería interesante acercanos a una obra determinada para intentar entender este movimiento ya no desde la abstracción teórica, sino desde la literatura misma. Nos parece que la obra de Novalis es adecuada para esta tarea, pues ha sido considerada por los estudiosos como excelente representante de éste.

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En específico, los Himnos a la noche es la obra que mejor representa las ideas que el autor tenía acerca de las cosas, del mundo, las cuales se concentran en lo que él mismo llamó idealismo mágico. La pérdida de Sofía, su prometida, marcó vitalmente al autor, y fue el disparador que lo entregó a una profunda reflexión acerca de la vida, a partir de la desesperación, el dolor y la depresión. El resultado de este intenso trabajo emocional será el idealismo mágico: Novalis aspirará a llegar a morir espiritualmente sin experimentar la muerte física, y todo por medio de la pura voluntad.

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Sofía estaba muerta en este mundo, pero hay otro mundo, un más allá, donde su amada seguía existiendo. La tarea cosistía entonces en llegar a ese otro mundo ideal (en el sentido de no material, en su ascepción de trascendente), por medio de la liberación de las ligas que lo unían al mundo terrestre. Pero, ¿cómo lograr esto, cómo aspirar a la libertad trascendental, cómo llegar al espacio sagrado donde su Sofía seguía existiendo? Aquí es cuando entra el factor mágico del idealismo mágico.

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La revelación viene hacia Novalis mediante un sueño, a la hora de la noche, de la oscuridad. Ésta le muestra que en la vida hay (simbólicamente) dos centros, uno en el día (la razón) y otro en la noche (la intuición). El día equivale a la luz, la lucidez, la vigilia, el tiempo finito, lo efímero, el método, el concepto, la verdad construida: es el mundo de las apariencias, de la aprehensión sensible y, por ende, engañosa y superficial, de las cosas. Por el contrario, la noche equivale a la oscuridad, la embriaguez, lo onírico, el tiempo infinito, lo eterno, el éxtasis poético, el símbolo, la verdad revelada: es el mundo de la autenticidad, de la percepción, de la interiorización profunda y directa del todo.

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La hazaña consistía en pasar de un mundo a otro, y esto sólo se conseguiría mediante un acto mágico que tendría lugar en el sueño. La máxima potencia de la que Novalis se valdrá para lograr su cometido será la imaginación, acompañada de la voluntad. Por medio de éstas Novalis obligará a sus sentidos a percibir lo que él quiere percibir, el mundo será lo que él quiera que sea, logrará liberarse de la adherencia terrestre, de la consciencia actual. Así, el poeta arrivará al mundo de lo supremo, de lo sagrado, de la emancipación, del absoluto, de la verdad, llegará a tener una consciencia suprema. Este es el idealismo mágico.

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El mundo diurno, y todo lo que éste conlleva simbólicamente, será sólo una mitad de lo real, siendo la noche, con todos sus símbolos, la otra mitad. Novalis apostará por esta segunda, ponderándola por sobre todas las cosas. La conclusión, la cual se da de manera triunfal en el tercer himno de Himnos a la noche, es que el más allá no es inaccesible, sino que sólo falta tener fe en la voluntad. Novalis, con su hacer artístico, construye de verdad un pequeño sistema filosófico, un pensamiento, el cual no es de carácter racionalista, sino filosófico-poéticos mágico-mítico.

14 octubre 2009

Más allá de la razón (2)

Los hombres, mas no el hombre

Desde la sesión anterior, hemos ya entrado en el terreno de otras reflexiones, las del romanticismo. En esta ocasión nos hemos cuestionado en torno al problema del espíritu de la época en la que lo romántico tuvo su gran auge. Bajo este cuestionamiento, hemos acumulado una gran serie de rasgos que intentan definir dicho espíritu, tales como libertad, individuo, interioridad, totalidad, reconciliación con Dios, fe, vida, arte, empirismo, sensualidad, comunidad, organicidad, misterio, oscuridad, pasión, simbolismo, mito... seguidos de un largo etcétera. Pero, una pregunta surge en nuestras reflexiones: ¿hay algo que le dé unicidad a toda esta serie de nociones que parecen, a primera vista, plenamente dispares e inconciliables? Pensamos que sí. Todas pueden ser relacionadas en tanto atacantes directos del movimiento filosófico conocido como Ilustración.

Lo principal que se le atacará a los ilustrados será su elaboración de categorías conceptuales, las cuales tienen un poder deductivo, pero ningún referente real en las cosas, es decir, se presumen como leyes generales de la vida, pero no se constituyen, en ningún grado, como parte de la vida misma. Así, lo que el romático hará será apostarle cabalmente a la vida fenoménica, al aquí y al ahora. Rechazará cualquier cosa que le huela a sistema totalizante o a abstracción, y aceptará lo que se entregue a la abundancia del caos y a lo que se presente como inabarcable. Tendrá un gran apego a la la vida y a los hombres. A los hombres, mas no al hombre. Con respecto de las absrtracciones que creaba la Ilustración, Herder decía que él había llegado a conocer a muchos hombres, a éste o a aquel, pero nunca había conocido al hombre del que hablaban los ilustrados.

Así, los románticos buscarán cualquier acercamiento a la realidad que diste de la "luz" de la racionalidad conceptual. En oposición a ésta podrán encontrar el símbolo, los sentidos, lo onírico, lo popular, lo particular, lo misterioso, etc. Su anhelo constante será probar la vida directamente de la fuente, sin ser mediatizada por alguna abstracción o estructura universalista. A la razón le opondrán la emoción, al concepto le opondrán el símbolo, a lo claridad del sol le opondrán la tiniebla de la noche, a la abstracción le opondrán el empirismo, a la vigilia le opondrán el sueño, a la exterioridad le opondrán la interioridad, etc. El romanticismo es un acto de rebeldía contra lo que ha sido institucionalizado como verdadero y como positivo, que en reliadad es una reducción del hombre que lo lleva a la muerte. Lo que ellos quieren es vida directa del grifo.
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Con esto, podemos obsvar que el romanticismo no es simplemente una serie de rasgos definitorios, sino que es en verdad un todo verdaderamente complejo y difícil de reducir a unos cuantos aspectos. Es posible que el romanticismo haya llegado a constitur toda una filosofía, una manera particular de concebir el mundo, una forma singular de ver las cosas. Es en realidad un tipo de visión bajo la que se observarán todos los apectos: la naturaleza, el hombre, las cosas, el arte, el ser... Es ésta una manera de ver las cosas que trascendió el tiempo. Ciertamente tuvo su auge en una epoca, pero quedará en los posteriores hombres occidentales, y llegará a permear profundamente en la cultura. Lo romántico del romanticismo irá más allá del tiempo y del espacio.

Un hecho importante que hay que mencionar es la cuestión de que el romanticismo se vio ciertamente incentivado por las características del pueblo alemán de esos tiempos: una comunidad religiosa, espiritual, que miraba más hacia el desarrollo interior que hacia el progreso material exterior. Esto es la reacción natural ante el desarrollo progesista material que se observaba en un pueblo como era el francés. Es decir, las diferencias políticas y económicas entre ambos pueblos son fundamentales para las diferencias entre Romanticismo e Ilustración: distintos sustratos propiciaron distintos comportamientos.

Nos surge una última pregunta, tal vez la más importante: ¿Qué es lo que está en juego en ambas posturas? ¿Por qué motivo es su enfrentamiento? Ambas intentan definir una manera de acercarse a la vida, una forma de interpretar lo que los rodea, así como lo que los constituye desde su interior. Es el intento por descifrar al hombre, a la naturaleza, y a la relación entre ambos.

07 octubre 2009

Más allá de la razón (1)

El camino hacia el romanticismo

Es sumamente difícil “despachar” el tema del romanticismo con una definición o con la mención de unos cuantos rasgos que lo caractericen. Esto se debe a que es un complejo filosófico, una visión profunda del mundo. También a la hora de analizar a los autores “románticos” nos encontramos con que es imposible definir como ciento por ciento romántico a alguno de ellos, pues siempre se da el caso de que lo romántico y lo ilustrado se mezclan en una dialéctica. Así, lo único que podremos encontrar es que un autor sea, o bien, predominantemente romántico, o bien, predominantemente ilustrado.

De lo que sí podemos estar seguros es de lo siguiente: el romanticismo es un gran grito ante los poderes destructivos de la ilustración, de la industrialización, de la especialización, etc. Es una gran añoranza de la restitución de la totalidad del hombre, de la restitución del poder de la naturaleza y de la restitución del hombre a la naturaleza.

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¿Qué atacaba el romántico de la Ilustración? Es ya bien sabido que si se habla de modernidad, necesariamente debemos hablar de la razón, que es la herramienta humana indispensable para alcanzar cualquier objetivo impuesto y el medio por excelencia para acceder al progreso.

Dentro de la razón existen dos tipos de pensamientos contrapuestos que conforman una totalidad para el hombre: el pensamiento operativo con el homo oeconomicus y la economía, y el pensamiento especulativo con el homo filosoficus y la filosofía. La política vincula a las dos disciplinas anteriores, además las reflexiones del homo politicus cimientan las nociones de ciudadanía, ley y sociedad, básicas para la organización del Estado en el que vive.

El pensamiento operativo se regula por preceptos como la praxis, la técnica y la utilidad para lograr un desarrollo exitoso (en cualquier ámbito) mediante una metodología encaminada a la objetividad y a la perfección; el fundamento de estas normas se encuentra en la Revolución Industrial. La percepción de este tipo de pensamiento es binaria y maniquea: todo tiene que ser blanco o negro, bueno o malo, sin matices ni claroscuros. Si se tuviera que representar con una disciplina y con un tipo de hombre, sin duda la economía y el homo oeconomicus serían el mejor ejemplo.



El pensamiento especulativo se basa en la reflexión sobre los conceptos para generar teorías, es por ello que también se le puede llamar a este tipo de razonamiento “pensamiento teorético”, pues se dirige únicamente al conocimiento y no a la acción ni a la práctica. La filosofía es la disciplina característica de este tipo de raciocinio. La Revolución Francesa, con sus ideales del hombre emancipado de la naturaleza y en contra de Dios, es el punto de partida para hacer estas reflexiones.

La percepción ya no es binaria, ahora se convierte en análoga y deja de ser dualista, ya que se acepta la escala de grises por la semejanza que estos colores tienen con el espíritu humano: no somos ni muy buenos ni muy malos, somos una aleación de estos valores. Siguiendo los principios que Friedrich Schiller postula en sus Cartas sobre la educación estética del hombre de 1795, el arte y el juego, junto con el ocio de Friedrich Schlegel, perfectamente se inscriben en este modelo de pensamiento. Es así como nace el hombre verdadero y libre, el homo ludens.

Existe una interesante idea (o metáfora, si se quiere) para concebir ambos mundos. Lo masculino es la civilización y la destrucción, lo femenino es la naturaleza y la vida, y cuando el hombre conquista y la mujer seduce empieza el juego del erotismo, que abre todo un mundo de significaciones placenteras. El hombre sólo juega cuando es hombre en el pleno sentido de la palabra, y sólo es enteramente hombre cuando juega. A través de la belleza caminamos hacia la libertad: el arte bello educa y refina la sensibilidad para que después la plenitud llegue a la vida práctica y al mundo histórico.

En este momento es cuando nace el primer ataque al imperio tiránico de la razón: el movimiento moderno/antimoderno, mejor conocido como romanticismo.

El romanticismo es la época de la recuperación de la armonía, de la libertad y del orden comunitario, además busca una reconciliación entre el hombre y la naturaleza. Se interesa por lo desconocido de lo conocido, lo análogo, lo simbólico, lo misterioso y lo nocturno, en contraposición son el concepto abstracto y las luces de la Ilustración. Todo esto con el fin de completar la experiencia humana, que el racionalismo dejó incompleta con el ostracismo que impuso a estas categorías, además de la división del trabajo y la especialización del hombre, los cuales fragmentan y alienan el interior de éste.


Para Schlegel, la ironía es el juego característico del romanticismo, que busca romper con la tradición racionalista de la claridad, el orden y el sistema. Constituye una desestabilización de la totalidad.

29 septiembre 2009

La novela como género racional moderno (4)

Una teoría de la realidad


La base que da sustento a toda la estructura de este curso es la correcta comprensión del universo de la Modernidad; por lo cual hay que volver y repasar cuanto sea necesario sobre los temas ya tratados, como son totalidad, realidad, racionalismo, etc. Sólo así nos será posible entrar a la siguiente fase del curso, la cual será ocupada por lo que entendemos como primera estación crítica de la modernidad, es decir, el movimiento filosófico y estético conocido con el nombre de "romanticismo". Dicho esto, aclaremos ciertos puntos en torno a modernidad.

La totalidad concreta es una cierta manera de ver el mundo, es una determinada manera de concerbirlo, es una teoría sobre la realidad. Esta manera de ver las cosas será la dominante folosófica, intelectual y estéticamente, durante todo el periodo humano que comprende la Modernidad. Es una cultura basada en las escuelas del racionalismo. Un racionalismo filosófico que se verá depositado también en las formas artísticas.

Una vez aceptado el postulado que afirma que la realidad está estruturada como una totalidad, es necesario entonces un método que nos ayude a analizar ese tipo de realidad. Y es en este orden como vienen ambos elementos, primero la concepción y luego el método. No al revés, pues, de esta manera, la realidad estaría constreñida al método, reducida por el modo de análisis, tergiversada por el ojo crítico. Si algo es una totalidad, entonces es prudente analizar ese algo mediante la elaboración de una totalidad concreta, abstracta, intelectual. O sea, partiendo de la base de que existe totalidad, el trabajo del teórico será "revelar" esa totalidad.

El sentido de totalidad, y, además, el anhelo de totalidad, se ve intensamente en el pensamiento ilustrado, que buscaba la formación de el hombre completo, integral. Vemos, por ejemplo, la contrucción de La Enciclopedia, la cual buscaba abarcar todos los temas de todas las áreas de conocimiento. Era un intento por alumbrar (ilustrar, dar luz) a la totalidad extensiva con el motivo de, ulteriormente, alumbrar la totalidad intensiva, la interioridad del hombre. Esto contrasta plenamente con el hombre contemporáneo, cuya formación plantea en función de la especialización y la fragmentación.
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Es posible observar nuestra cultura basada en la totalidad en diferentes ejemplos. Uno de ellos es la elaboración de conceptos; tenemos que comprender el todo para que bajo una abstracción puedan exponerse múltiples particularidades. Otro ejemplo sería la construcción de una tesis académica, la cual consiste en la exposición de un todo bien cohesionado que formule una verdad; pues, si no es así, ésta podría ser superficialmente descriptiva y nula en profundidad conceptual.


Y, no obstante todo el aparato con que la modernidad cuenta para sustentar su modelo de visión de la realidad, tiene un lado flaco, débil, criticable: hay una atribución de sentido al fenómeno por parte del investigador. ¿Quién dice que lo real, las cosas, los objetos, los acontecimientos, los hombres, etc., son construcción, relación de factores, jerarquización interna de una estructura, etc.? ¿No es esto simplemente una atribución arbitraria de sentido? Los detractores de este modelo de realidad dirán que sus investigadores elaboran la realidad, mas no la exponen.
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El racionalismo es entonces sólo una escuela (aunque dominante) entre otras que tendrá una debilidad que explotarán otras escuelas. El romanticismo, las vanguadias y las posvanguardias, lucharán por la exposición de una realidad empírica y la eliminación de una realidad crítica elaborada.
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22 septiembre 2009

La novela como género racional moderno (3)

Lukács y Kosik en diálogo

Un concepto en el que hemos centrado nuestra atención las últimas clases ha sido el de totalidad. Georg Lukács basa gran parte de su teoría en esta categoría; sin embargo, el proceso para entenderla es muy complicado, por lo que hemos apoyado nuestra lectura en otros pensadores, como Roy Pascal y Karel Kosik.
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La totalidad para Lukács va más allá de un mero método para entender al arte: implica un proceso epistemológico; en una sociedad cerrada todas las repuestas están dadas de antemano, por lo que su totalidad está constituida por sí misma (lo que Kosik llamaría la "cosa misma", el "fenómeno"). En esta "cosa misma" hay una esencia que puede ser aprendida mediante el "concepto", formulado por un trabajo racional, pues no está dado, sino que debe encontrarse en el "fenómeno".

La totalidad que se crea entre fenómenos y la totalidad que se crea con conceptos es distinta; es la diferencia que Kosik haría entre pseudoconcreción y concreción, respectivamente. Son dos distintos tipos de totalidades que responden a dos distintos tipos de visión del mundo: la civilización cerrada y la civilización abierta.

Por eso para Lukács la civilización cerrada era un tiempo feliz en el que el mundo no tenía problemas con la realidad, porque los fenómenos se explicaban por sí mismos. Luego, en la civilización abierta, la realidad se vuelve un problema, se vuelve materia de interpretación. En ese sentido, tanto Kosik como Lukács están planteando una teoría de la realidad más que un simple método teórico de investigación.
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En esta teoría de la realidad de Lukács o de Kosik, la que rescata la esencia del fenómeno en forma de concepto, es en la que se basa el realismo literario para manifestar su propuesta estética. En realidad, todos los -ismos tienen este carácter de representación de una realidad, todos sostienen un vínculo específico con determinada teoría de la realidad. El romanticismo y las vanguardias, por ejemplo, se enfrentarán a la teoría de la realidad en la que se sustenta el realismo.

Así, la categoría que Lukács le da a la novela es la de instrumento, medio y forma de conocimiento de la realidad. Todo escritor en su hacer artístico se inscribe, ya sea de manera consciente, ya sea en forma inconsciente, en un punto de vista filosófico específico. En el curso de nuestra reflexiones, nos adentraremos en lo que se refiere a la lucha entre los postulados que ponderan, o una realidad fenoménica, o una realidad crítica.

15 septiembre 2009

La novela como género racional moderno (2)

La épica de nuestro tiempo


Para entrar a este tema, "la épica de nuestro tiempo", es importante traer de nuevo a nuestra reflexión lo ya visto con respecto de "civilizaciones cerradas" de Georg Lukács. El esquema de trabajo del teórico en ese artículo es el siguiente (los términos vas de lo particular a lo general): Epopeya-Novela, Mito-Filosofía, Dios-Hombre, Civilización cerrada-Civilización abierta. El modo de trabajo es un comparación, una contraposición, un contraste, entre ambos términos con el fin de caracterizar dos tipos de visiones del mundo distintas.

Ahora bien; ¿Qué es lo que nos quiere decir Lukács con esta comparación? ¿Cuál es el fin de su exposición? ¿Qué podemos concluir sus lectores respecto de su ensayo? Lo que postula Lukács en los términos más generales es que la diferencia entre ambos géneros , epopeya y novela, no radica solamente en sus variaciones formales, en la distinción entre verso y prosa, en lo superficial de la anécdota, sino más bien radica en las distintas cosmovisiones de las civilizaciones que los producen. Por este motivo es posible distinguir entre dos tipos de hombre, dos distintas relaciones con la naturaleza, dos diferentes relaciones entre los hombres, etc., y no por simples características formales entre epopeya y novela. Es decir, existe una relación esencial entre literatura y sociedad, dependiendo del tipo de sociedad, se generará un tipo u otro de producto cultural.

Lukács ha dicho: "La epopeya y la novela son las dos objetivaciones de la gran literatura épica". ¿En qué sentido, nos preguntamos nosotros, es posible que ambos géneros particulares puedan pertenecer al género más general de la épica? Se incluyen en este género en el sentido de que ambas formas desarrollan la lucha de un héroe que viaja en busca del sentido de su vida. El tipo específico del héroe, de la lucha y del sentido de la vida, son los que van a hacer la diferencia entre ambos géneros. Es así que epopeya y novela son las épicas de distintos tiempos.

En el caso del héroe epopéyico, es una entidad colectiva que representa y sustenta el destino de toda una comunidad, las acciones de este héroe repercuten en la dicha o en la tristeza de todo un mundo; el espíritu de la época se objetiva en la epopeya como determinismo del héroe. El triunfo de la lucha que emprende está garantizado por la organicidad del mundo cerrado, del círculo de perfección al cual pertenece el héroe. El sentido de la vida en la epopeya es inmanente, está ahí en las cosas, sólo hace falta encontrarlo; el sentido de la vida constituye una totalidad extensiva, es decir, un sentido que se extiende por sobre todo el mundo y que no constituye un problema porque está ahí, al alcance de la mano.
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En cuanto al héroe novelesco, es una mónada, es un punto de vista particular, es una subjetividad, y lo único que representa es a sí mismo; el espíritu de la época se objetiva como psicología versátil en el héroe. La lucha de este héroe está destinada al fracaso, pues nunca habrá una equivalencia entre el ser real (el individuo que interactua con el mundo) y el deber-ser ideal (la forma de vida idealizada, utópica, que el individuo añora), siempre se estarán aproximando en el viaje del héroe pero nunca llegarán a juntarse, lo cual tiene como consecuencia la frustración. Y, no obstante la calidad asintótica de esta aproximación, el héroe problemático se lanzará a la aventura, para obtener, aunque degradado, un sentido parcial de la vida. Este sentido, a diferencia del epopéyico, es trascendente, está más allá de la vida, está en el ideal abstracto del individuo, por lo cual es una totalidad intensiva, es decir, de una sola entidad y no de muchas; así, alcanzar el sentido de la vida es un problema para el héroe novelesco.


Ambos géneros constituyen totalidad, una orgánica espontánea, (con partes homogéneas naturalmente conectadas), y la otra abstracta construida (con partes heterogéneas más independientes a las que se les impone un vínculo). La primera se sustenta en un héroe comunitario (que no constiuye un punto de vista lírico); la segunta la sustenta el viaje del héroe, el equilibrio que logra entre ser y deber-ser.

08 septiembre 2009

La novela como género racional moderno (1)

Civilizaciones cerradas y abiertas

La novela es el género racional moderno por excelencia. Es por eso que los conceptos de modernidad y razón deben quedar perfectamente matizados, pues hemos de encontrarlos a la hora de analizar la literatura. Hemos establecido ya que el gran cambio en la humanidad generado por la modernidad consiste en que el hombre ahora se fundamenta en el hombre mismo, en sus potencialidades. La razón, que será su herramienta principal, implica las nociones teóricas de orden, control, sistema, método y organización, principalmente. Las cuales se manifestarán de manera práctica en un objetivo perfectamente delimitado: el dominio y la transformación conscientes de la naturaleza; o, en palabras de Adorno: “pensamiento en continuo progreso”. Tal es el mundo moderno.

Ahora bien, como este curso está dedicado a la literatura y particularmente a la novela, es momento de dar un gigantesco salto en el tiempo y remontarnos, de la mano de Georg Lukács, a la Grecia arcaica, la de Homero. Este salto es necesario porque, así como la novela es traducción del papel del hombre moderno en el mundo, también se gestó un género literario que fue expresión de la visión del mundo de los antiguos griegos. Se trata de la epopeya. Más allá de diferencias meramente formales entre epopeya y novela, éstas son de contenido, pues se trata de expresiones de dos distintas visiones del mundo, de dos distintos tipos de hombre, de dos distintas relaciones con la naturaleza. En función de esto Lukács acuña un concepto fundamental para nuestros intereses: el de civilización cerrada. Y al mismo tiempo que este concepto se forma surge también su contraparte: la civilización abierta.
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El sentido del breve ensayo titulado precisamente “Civilizaciones cerradas” es el de contrastar éstas con las abiertas. Para entender tal oposición, no se puede perder de vista el común denominador entre estos dos tipos de civilización: la relación entre el hombre y la naturaleza. La variación estará en función del elemento que domina. Por un lado, en la civilización cerrada, el hombre se subordina a la naturaleza; a diferencia del individuo de la sociedad abierta que se vuelve sujeto, se distingue claramente del objeto y además se cuestiona sobre éste último. La relación aquí ya no es de subordinación, sino de emancipación, en la medida en que el hombre se ubica por encima de la naturaleza.

En la sociedad cerrada hay una unidad hombre-naturaleza inquebrantable, no hay sujeto ni objeto, sólo hay plenitud, armonía, y, por lo tanto, no hay quien se plantee preguntas, pues sólo existen respuestas: es el mundo del mito. Vale la pena reflexionar sobre el hecho de que el filósofo húngaro use el adjetivo “cerradas”, porque ¿en qué sentido son cerradas estas civilizaciones? Pues bien, en el sentido de la perfección de esa unidad naturaleza-hombre, en tanto entidad equilibrada y homogénea que no genera rupturas entre el yo y el otro; tampoco preguntas, sólo respuestas. Dice el mismo Lukács que ante tal unidad “el espíritu se limita a acoger pasivamente en su visión un sentido ya acabado”. Este es también el mundo de la epopeya y del héroe épico, el cual es un héroe que representa a la colectividad.

En la sociedad abierta se se rompe el círculo de la perfección que opera en la sociedades sagradas, ahora se considera que el yo y el otro con entidades separadas, cuya unión se logra sólo en la medida en que el hombre otorga sentido a las cosas: es el mundo de la filosofía. Este es también el mundo de la novela y del héroe problemático, el cual es un héroe individual que busca el sentido de su propia vida.

Esta es la radical transformación que ha sufrido la humanidad en los últimos dos milenios, el paso del mito a la filosofía, de la epopeya a la novela, de lo colectivo a lo individual, del héroe épico al héroe problemático.

02 septiembre 2009

El imperio de la Razón (3)

La orgía perpetua

En esta ocasión hemos bajado de la abstracción teórica al fenómeno literario, y hemos tratado de encontrar algunos aspectos vistos respecto de la Modernidad en la novela de Gustave Flaubert, Madame Bovary. Escogimos esta obra debido a que figuras como Gustave Flaubert, Balzac o Stendhal, son consideradas por los estudiosos como sumos representantes del realismo burgués del siglo XIX; lo cual es algo que nos atañe completamente en este curso, pues la sociedad burguesa es la sociedad moderna por exelencia debido a la manera racional como construye su estado y su mercado.
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En el momento en que se publica Madame Bovary (1857), la sociedad moderna ya lleva un considerable tiempo de vida (si tomamos como referencia a 1789, año de la Revolución francesa) como para haber enraizado fuertemente en la cultura y haber evolucionado y permeado en todos los ámbitos.
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Es indudable que en esta novela encontramos temas tales como el control, la ciencia, la búsqueda, la insatisfacción permanente, el paso del campo a la ciudad, el progreso social y material, ambición, el individuo calculador, la libertad, etc., todas ellas inquietudes sucitadas por el pensamiento racional de la sociedad moderna.
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La libertad ligada al mercado, la diversidad en la opción de compra que posee el consumidor es un rasgo fundamental en la sociedad racional. Madame Bovary es un personaje que ejerce su libertad por medio del poder práctico del dinero; su satisfacción radica en su poder de compra y en verse rodeada de objetos que le pertenecen. Sin embargo, estos objetos caducan a una velocidad increible, y es necesario obtener más productos para seguir consiguiendo placer: es un cuento de nunca acabar. El consumidor nunca estará satisfecho, pues el placer que le otorgan los objetos es efímero; se encuentra atrapado en un trágico cículo vicioso que lo lleva a la insatisfacción (y al mismo tiempo a la búsqueda) permanente.



Ese comportamiento particular, de cuyo comienzo a mediados del siglo XIX es Emma digna representante, es una conducta tan absolutamente generalizada hoy en día, que incluso se le ha puesto el nombre en el ámbito científico de bovarismo. Este comportamiento consiste en un afán de realización con y en las cosas. Se olvida el poder de realización espiritual que el individuo es capaz de lograr por sí mismo y se le otorga este poder a las cosas. Esto se convierte en una de las grandes fantasías del hombre moderno: la realización de interno mediante lo externo; la cosificación del sujeto.


Ya desde el ámbito de la teoría de la literatura, podemos retomar a Georg Lukács y concentrar lo anteriormente dicho en la siguente frase: El héroe problemático es aquel que realiza una búsqueda de valores auténticos en un mundo degradado; con la particularidad de que esa búsqueda es, a su vez, algo también degradado. El individuo problemático de la sociedad moderna (calculador, investigador, crítico, insatisfecho, etc.) se refleja como héroe problemático en la sociedad moderna.
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Sólo resta decir que la novela tiene en sí misma un acento crítico que le viene del pensamiento romántico. Esto no es una contradicción, pues el romanticismo es un movimiento moderno que critica a la modernidad, por más contradictorio que esto parezca. Al interior de la novela conviven ambas posturas, la romántica y la racional. Lo real es que esta producción de Flaubert es un entramado muy complejo que alberga bastantes contradicciones al interior de su estructura.

26 agosto 2009

El imperio de la Razón (2)


Ilustración y Razón instrumental
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Con nuestra reflexión hemos seguido matizando los conceptos "modernidad", "lo moderno", "hombre moderno", "sociedad moderna". Nuestro cometido es profundizar en ellos y caracteriazarlos con el fin de comprender la logicidad interna de todo este complejo cultural llamado Modernidad.
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Como lo hemos esbozado ya en anteriores exposiciones, una vez sustituido el lugar y papel de Dios por el hombre moderno y su razón, éste se rinde culto a sí mismo y se enseñorea del mundo desmitificado que la Ilustración produjo en su favor; con la razón ilustrada como centro, el hombre logró liberarse de la condición servil que guardaba en la Naturaleza, e irguió como nuevo y único amo a la Razón.
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Dios ha muerto a mano del hombre, y éste ahora es capaz de subordinar todo lo que existe a sí mismo. La nueva cultura es la fundada en las potencialidades del hombre; ni la Naturaleza ni Dios tienen que ver ya con lo que a los hombres les suceda en el nivel particular o en el social. En la Modernidad, Dios está sentado a la diestra del Hombre.
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El hombre moderno tiene consciencia y, por ende, tiene control de la Naturaleza externa así como de la interna. La dominación de la naturaleza es también la dominación del hombre por el hombre mismo. El hombre racional sabe prever todas las contingencias, y , en el caso de no poder hacerlo, sabe resolverlas correctamente cuando se presentan. Esto lo logra mediante la rigidez de múltiples categorías: orden, organización, programa, evaluación, objetividad, crítica, coherencia, método, sistema, estructura; y mediante sus correlatos prácticos: pragmática, eficiencia, utilidad, beneficio. Con esto logra dominar y transformar al hombre y a la naturaleza para crear civilización.

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Si el mono primigenio devino en hombre, fue a causa del trabajo, de la producción de instrumentos que le permitieron aprehender el mundo y, en consecuencia, apropiarse de él y transformarlo para satisfacer sus necesidades; así, desde la más remota antigüedad, el hombre se creó a sí mismo y menguó su entorno, desde entonces, cada nueva herramienta es muestra de la razón, del trabajo contenido en cada una de ellas. En la modernidad el hombre tecnológico se ha exacerbado hasta su máxima expresión, ya no sólo produciendo complejísimos instrumentos, sino convirtiéndose él mismo en instrumento a la hora de educarse para venderse en el mercado laboral.
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Como veremos en posteriores reflexiones, la cultura moderna tendrá grandes críticas por parte de diversas posturas, como son: el romanticismo, las vanguardias, las posvanguardias, el pormodernismo.
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Recordemos que estas exposiciones no son puramente academicistas, de salón, sino que son realidades en la praxis de nuestra vida cotidiana, pues afectan directamente nuestra cultura: la manera como nos relacionamos los individuos, en las decisiones que tomamos, en la concepción interna que cada individuo tiene de sí como sujeto.

18 agosto 2009

El imperio de la Razón (1)

Modernidad y Racionalización

Hemos tratado ya de discurrir entorno a conceptos tales como "modernidad", "lo moderno", "razón", "desencanto", etc.; y lo hemos hecho a partir de preguntas formuladas al texto "Razón, utopía y dialéctica de la Ilustración" de Albrecht Wellmer, así como interrogándonos a nosotros mismos para obtener lo que, por cultura, hay de moderno en nosotros mismos. Finalmente, hemos llegado a algunas conclusiones:

La modernidad es un fenómeno cultural complejo que, probablemente, tiene sus orígenes más remotos en la Antigüedad Clásica con el surgimiento del pensamiento filosófico en mentes fundacionales como son las de Platón (con lo propio y lo socrático) y la de Aristóteles. Con una mirada, diríamos, intermedia, podemos situar sus orígenes en el advenimiento de la época llamada Renacentista y con las posteriores Revoluciones Inglesa, Francesa e Industrial. O, en último caso, es posible calificar al siglo XIX y los comienzos del XX de modernos por excelencia. Sea como sea, el hecho es que la modernidad tiene una raigambre sumamente compleja.


Una vez que "Dios ha muerto" (hay que recordar la profundidad de este postulado nietzscheano), el hombre es capaz de incentivar todas su facultades racionales, y de proyectarlas para crear una realidad distinta de la que fue generada por la sacralidad judeocristiana. Podemos decir que lo anterior es el corazón de la modernidad: el hombre y sus facultades; o, en palabras de Protágoras: "El hombre es la medida de todas las cosas".
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Con la emancipación del hombre con respecto de la Naturaleza, viene un desencanto: el hombre ya no creerá en lo divino sino en lo humano, en el poder del hombre para dominar, explotar y transformar industrialmente la Naturaleza en su beneficio. El Hombre se convierte en el amo del mundo, se erige como un nuevo y único Dios, que administrará el mundo con base en la razón, el orden, el método, la estructura, etc.


Como hemos podido ver en el artículo de Wellmer, la racionalización del mundo se manifiesta en tres ámbitos: racionalidad deliberada: Se presenta en la vida cotidiana, en los actos humanos, en los fines de los hombres, en las relaciones interpersonales, etc., todo lo cual tiene como principio la razón. Racionalidad formal: esto se refiere a la construcción una realidad sistemática, total, organizada, estructurada; es un afán de sistematizar el caos. Racionalidad discursiva: por medio de la razón es posible consiguir múltiples fines: el hombre planea, calcula, evalúa, etc., para llegar a una meta concreta. Con esto podemos ver que la soceidad moderna es fundacional y fundamentalemente práctica.
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Con el ejercicio de la razón se forma un tipo específico de pensamiento, una párticular re-presentación mental de lo real, y una teoría, una abstracción y una crítica. Esta manera de concebir los fenómenos del mundo, es tan organizada, que la única opción que tiene el hombre para formar un sentido o una verdad aceptables es construyendo algún tipo de totalidad, la cual, como categoría, implica las nociones de sistema, organización, equilibrio y cohesión de lo heterogéneo.


En literatura, particularmente, la novela se ha erguido como el género moderno por antonomasia, debido a que es un tipo de construcción de una totalidad.

15 agosto 2009

Presentación 2010-1

Moderno/Posmoderno

El mundo experimenta la crisis de civilización y el cambio cultural más radical y acelerado de la historia.


La gran revolución científico-tecnológica de las últimas décadas constituye el factor determinante que ha derribado los paradigmas de la modernidad, lo cual se refleja en los campos de la economía, la política, la técnica, la filosofía, las artes y la cultura en general.

Para la cultura moderna el hombre es la medida de todas las cosas; la naturaleza se encuentra a su servicio; la razón es un instrumento y un valor en el que se fundamenta la experiencia de lo real y además es la fórmula con la que el hombre construye su verdad y visión de mundo.

Una civilización se derrumba y enfrentamos el cambio de paradigmas y pautas culturales en los ámbitos de lo político (del estado al mercado), lo social (del ciudadano al consumidor), lo filosófico (de la totalidad a la fragmentación de la realidad), los valores (de la solidaridad a la competencia), los motivos (de las ideas a los deseos).

El fenómeno literario no queda fuera de esta transición y por eso ocurre el paso de la novela total a la novela sin materia, o bien el paso del héroe problemático al héroe modular.

Se perfila pues el fin de la era moderna y emerge un nuevo universo humano conocido como posmodernidad, donde se pierden los afectos; los modelos de profundidad son sustituidos por imágenes visuales y modelos computacionales; desaparece el sentido de la historia, y la totalidad pierde su razón de ser dentro de una realidad cada vez más virtual y fragmentaria.

Es la condición posmoderna de nuestro tiempo, a partir de la cual tiene lugar un nuevo tipo de ser humano, capaz de adecuarse a lo cambiante, lo incierto y la ausencia de futuro.

¿Se trata de una nueva lógica cultural? ¿Cómo refleja la literatura —concretamente la novela- esta crisis y este nuevo tipo de ser humano, un ser ligero y frívolo: el héroe modular?

En este curso, reflexionaremos en torno a estas y otras interrogantes emprendiendo una ruta crítica con enfoque filosófico para comprender a fondo la transición Moderno/Posmoderno y su impacto en la literatura de nuestro tiempo.

01 mayo 2009

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?


En el siguiente link pueden adquirir una versión digital de la novela de
Philip K. Dick,
saludos

eXistenZ


En la siguiente dirección pueden bajar la película Existenz en español.


Saludos


06 abril 2009

El almuerzo desnudo


El almuerzo desnudo de William S. Burroughs

¿A qué responde o a qué se refiere el título de la novela de Burroughs, El almuerzo desnudo?

Partiendo de lo expresado por el mismo autor en el prólogo a su obra, lo primero que se nos dice es que el título fue sugerido por Jack Kerouak, amigo y cuasi-discípulo de Burroughs, como una forma de decir que lo escrito en la novela constituye una exposición al desnudo de lo que almorzamos diariamente.

Esta palabra, “almuerzo”, se equipara en el relato con esa nueva cotidianeidad que fue instaurada por la modernidad; la novela describe, armada de una vasta profusión de imágenes y personajes, su circunstancia desde la caleidoscópica, desastrada e iluminada óptica a la que se accede por medio de estupefacientes y estimulantes, alrededor de los años 70 en los E.U.

El almuerzo desnudo desarrolla la perspectiva de una temporalidad dominada tanto por la urgencia como por el embotamiento, la degradación y la pérdida de interés y sensibilidad hacia la realidad externa, propios de la vida de este particular tipo de yonqui.

El almuerzo desnudo es un parte aguas en la literatura, sobre todo del siglo XX que habla de un descenso a los infiernos de la droga en un mundo corrompido y morboso sin futuro, un viaje fantástico y alucinatorio profundamente sensorial con una carga sexual altísima.

Burroughs critica todos los estatutos habidos y por haber: la universidad, el ejército, el colonialismo, el puritanismo y sobre todo la psiquiatría (para el que crea al personaje de Benway)

El almuerzo desnudo es una fuga, una evasión de la realidad y una muestra de la naturaleza humana; cómo el hombre deja de serlo y comienza a dejar libre ese instinto animal.

Pero más allá de lo anterior, lo importante de esta novela es despertar, abrir los ojos. No se es solamente mostrar los vicios y la degradación, es apreciar la realidad, lo que realmente es la vida: despertar de ese sueño en el que la humanidad se encuentra dormida y del que solamente nos damos cuenta, cuando ya nos lo tragamos.

El verdadero reto del libro es abrir nuestros ojos para encontrar a qué somos adictos. Ese es el verdadero reto de la humanidad. Poder salir de ese estado de inconsciencia “termina de despertarnos a nosotros mismos”.

El CHOQUE o aquello que nos negamos a ver es el defecto humano: el EGO. Nos encontramos inmersos en la cultura de las debilidades y de la explotación de esas falsas necesidades, producto de la inseguridad del hombre:

DE SU CAPACIDAD DE AUTOENGAÑO

y es aquí donde el almuerzo esta denudo, para el que lo quiera ver.

Pero nosotros, la humanidad, actuamos como reflejo y nos comemos todo sin ver.

Podríamos llamar a El almuerzo desnudo anti novela, es decir una crítica a la cordura racional de la sociedad y también de la novela misma. En este sentido, es todo un cambio, una inversión de los fundamentos de la novela expuestos en la teoría racional lukacsiana.

Pero desde cierto punto de vista, también formaría parte de la novela del héroe problemático: el personaje que busca valores auténticos en un mundo degradado.

12 marzo 2009

Vanguardia y Posmodernism

Según Andreas Huyssen


El ensayo “En busca de la tradición. Vanguardia y postmodernidad en los años 70”, de Andreas Huyssen, versa sobre la forma en que la vanguardia y la postmodernidad fueron adoptadas por los Estados Unidos de América durante las décadas de los 50’s, 60’s y 70’s. En él, se pone de manifiesto los contextos políticos y tecnológicos que acogieron dichos movimientos tanto en Europa como en Estados Unidos, dejando clara la relación del postmodernismo de los E.U. con las vanguardias europeas.


En el ensayo pueden distinguirse las siguientes tendencias artísticas:


1. Modernismo (europeo)

2. Vanguardia clásica (europea)

3. Modernism (norteamericano)

4. postvanguardia o posmodernism (norteamericano)


Modernismo: movimiento conservador de la autonomía tradicional decimonónica. Busca salvaguardar la pureza del arte, es decir, el arte culto para elites no para las masas; y por otro lado, salvaguardarlo del progreso tecnológico. No acepta instrumentos técnicos que elaboren obras de arte. Podría catalogarse como de derecha.


Vanguardia: movimiento que se caracteriza por estar en contra de la razón. Entre 1900 y 1945, engloba fechas importantes, la primera y la segunda guerra mundial así como la revolución rusa (octubre 1917). El denominador común de las distintas corrientes vanguardistas (surrealismo, dadaísmo, cubismo) es la distorsión de la razón, el irracionalismo, abordar la vida desde la locura. Es un movimiento con tendencias izquierdista.


"el vanguardismo de las tres primeras décadas de este siglo intentó subvertir la autonomía del arte, su artificial separación de la vida, y su institucionalización como «arte culto»."


Posmodernismo: según Huyssen debe ser visto como “la jugada final del vanguardismo”, es “una búsqueda de una tradición moderna viable […] y fuera del canon del modernismo clásico”, “la paradoja de un arte que simultáneamente quiere ser arte y antiarte y de una crítica que pretende ser crítica y anticrítica”. El posmodernismo es la contradicción del hombre moderno que no desea serlo, la angustia del ser hastiado de sí mismo que busca en el pasado una ilusión y en la innovación una utopía.


En cuanto a esta nomenclatura, es importante distinguir el uso que Andreas Huyssen da a las palabras “modernism” y “vanguardia”, pues dichas palabras son sinónimos en lo que se refiere a la época y movimiento que señalan al interior de los E.U., no siendo así el caso en lo referente a Europa. La palabra “modernismo” aquí no tiene nada que ver con el modernismo latinoamericano.


Se habla de una búsqueda de la tradición debido a que, concomitante a ambos movimientos (vanguardia y posmodernism), puede notarse una permanente, aunque no declarada, tendencia hacia la revisión y recuperación de la herencia histórica de la humanidad, como lo atestigua el considerable número de exposiciones que por entonces, y aún ahora, surgieron en torno al legado de civilizaciones antiguas y primigenias.

05 marzo 2009

Franz Kafka o Thomas Mann

Ya e la segunda estación crítica de la modernidad y puesto en evidencia el fracaso de la sociedad moderna, sociedad de la razón, de estructuras para todas las actividades humanas, de la ciencia ordenadora de la misma sociedad, de método, cálculo, objetividad, organización y sobre todo crítica, Lukács plantea una disyuntiva en torno al trabajo crítico de la literatura: decidir entre la construcción vanguardista, cuyo representante por antonomasia es Franz Kafka, o el realismo crítico, histórico-social de Thomas Mann.

Thomas Mann

Kafka representa a la vanguardia, en donde no existe la totalidad y el proceso de percepción es inmediato. El emplea todo tipo de recursos, el sueño, la subjetividad, el empleo de detalles un poco realistas, pero insiste con un estilo literario que resalta el yo, una perspectiva diferente que se centra en la interioridad del ser humano.

Thomas Mann representa al realismo crítico, racional. Mann, resuelve en su literatura problemas generales, dialéctica de la historia, los conflictos al interior de la sociedad, lo que resulta en una crítica clásica de la modernidad.
Franz Kafka

Ambas son vías de construcción de la realidad. En el realismo hay crítica; en el vanguardismo no. Kafka presenta la soledad y la angustia como inherentes a la naturaleza humana; por ello, Lukács se pregunta hacia dónde dirige esta visión y considera que Kafka no es realista, pues la angustia y la soledad son producto de circunstancias, es decir, no son inherentes.

La disyuntiva va más allá de dos planteamientos estéticos: es evidente que algo sucede en la sociedad moderna, se desmorona y este hecho se traduce sintomáticamente en las vanguardias, que abren posibilidades de ver el mundo, son la ruptura de la concepción moderna del mundo, pues se oponen a todos esos productos de la objetividad racional e incluso, a la crítica misma.

Lukács, lejos de estar en contra de las vanguardias, nos insinúa una cuestión más perturbadora de lo que entraña una postura literaria, ¿Acaso está postura, de rebeldía contra el modelo, de formas irracionales de ver el mundo, de ir contra el orden establecido es la adecuada para la sociedad?

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