14 mayo 2010

Posmodernidad (2)

La levedad del ser

Depués de haber comenzado a familiarizarnos con la teoría sociológica de la posmodernidad (este nuevo tipo de sociedad en el que vivimos), sería pertinente ilustrar las consecuencias que ésta ha tenido en la institución del arte y, en concreto, en el área de la literatura. Para ello, destacaremos algunos aspectos que se distinguen como particularmente posmodernos en la conocida novela de Milan Kundera, La insoportable levedad del ser, la cual se presenta como un buen retrato del nuevo tipo de héroe (ya no el problemático de la modernidad sino el modular de la posmodernidad).


Entre otros aspectos, La insoportable levedad del ser se caracteriza por evidenciar aquello que Fredric Jameson llama el ocaso de los afectos. Los personajes novelísticos de Kundera son individuos desarraigados, cuyo compromiso afectivo es sólo consigo mismos (y en ocasiones ni siquiera esto).


Así como el sujeto posmoderno no posee ningún compromiso afectivo, tampoco lo posee respecto de su realidad y de su futuro. El individuo contemporáneo es un ser erótico, un ser que vive el instante, el momento, sin importar qué pueda pasar mañana. Este desapego del futuro (y también del pasado) es consecuencia de la consciencia posmoderna del mundo: tal vez para nosotros ya no exista el mañana, pues la modernidad ha explotado tanto al mundo que éste está a punto de venírsenos encima, de colapsar: el hombre ha cortado tanto la trama de la vida que ésta parace incapaz de regenerarse. Por esta razón es que el individuo contemporáneo vive su presente intensa e irreflexivamente.


En este sentido, podemos notar una radical transformación que va del hombre moderno al hombre posmoderno. El ser moderno que poseía una misión en la vida, un compromiso con su existencia, y múltiples opciones de futuro de entre las que podía conquistar una para alcanzar el sentido de su vida, ha devenido en un hombre despreocupado, sin compromisos vitales, políticos o sociales. Los hombres posmodernos se han liberado del peso de la responsabilidad y con ello han incurrido en la levedad del ser. El ser histórico por excelencia (el que se comprometempolíticamente con la sociedad) ha devenido ahistórico en la posmodernidad.


Sin embargo, la levedad no implica necesariamente infelicidad. Al contrario, la levedad es capaz de otorgar al ser una ilusión de felicidad, gracias al desapego y a la "libertad" que genera. El problema es cuando se lleva a cabo el contraste entre peso y levedad, el cual puede tener como resultado que el ser leve sienta una gran nostalgia del peso que ha perdido. 


En otras palabras, el hombre posmoderno es una radicalización trágica del héroe moderno lukacsiano: desea encontrar el sentido de su vida y sin embargo, no emprende ninguna búsqueda, no sabe siquiera como emprenderla y se encuentra en un mundo que ya no posee ningún sentido y ninguna oportunidad de futuro. El hombre posmoderno parece estar condenado a quedarse posmoderno.


La insoportable levedad del ser tiene la virtud de mostrarnos al ser leve, al hombre posmoderno, viviendo la vida cotidiana. A través de sus páginas observamos al sujeto en situación, en fenómeno. Considerando esto, podemos pensar que la literatura, de manera especial dentro de las artes, nos da algo que la teoría nunca nos podrá dar: el fenómeno por encima de lo abstracto.

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