07 octubre 2009

Más allá de la razón (1)

El camino hacia el romanticismo

Es sumamente difícil “despachar” el tema del romanticismo con una definición o con la mención de unos cuantos rasgos que lo caractericen. Esto se debe a que es un complejo filosófico, una visión profunda del mundo. También a la hora de analizar a los autores “románticos” nos encontramos con que es imposible definir como ciento por ciento romántico a alguno de ellos, pues siempre se da el caso de que lo romántico y lo ilustrado se mezclan en una dialéctica. Así, lo único que podremos encontrar es que un autor sea, o bien, predominantemente romántico, o bien, predominantemente ilustrado.

De lo que sí podemos estar seguros es de lo siguiente: el romanticismo es un gran grito ante los poderes destructivos de la ilustración, de la industrialización, de la especialización, etc. Es una gran añoranza de la restitución de la totalidad del hombre, de la restitución del poder de la naturaleza y de la restitución del hombre a la naturaleza.

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¿Qué atacaba el romántico de la Ilustración? Es ya bien sabido que si se habla de modernidad, necesariamente debemos hablar de la razón, que es la herramienta humana indispensable para alcanzar cualquier objetivo impuesto y el medio por excelencia para acceder al progreso.

Dentro de la razón existen dos tipos de pensamientos contrapuestos que conforman una totalidad para el hombre: el pensamiento operativo con el homo oeconomicus y la economía, y el pensamiento especulativo con el homo filosoficus y la filosofía. La política vincula a las dos disciplinas anteriores, además las reflexiones del homo politicus cimientan las nociones de ciudadanía, ley y sociedad, básicas para la organización del Estado en el que vive.

El pensamiento operativo se regula por preceptos como la praxis, la técnica y la utilidad para lograr un desarrollo exitoso (en cualquier ámbito) mediante una metodología encaminada a la objetividad y a la perfección; el fundamento de estas normas se encuentra en la Revolución Industrial. La percepción de este tipo de pensamiento es binaria y maniquea: todo tiene que ser blanco o negro, bueno o malo, sin matices ni claroscuros. Si se tuviera que representar con una disciplina y con un tipo de hombre, sin duda la economía y el homo oeconomicus serían el mejor ejemplo.



El pensamiento especulativo se basa en la reflexión sobre los conceptos para generar teorías, es por ello que también se le puede llamar a este tipo de razonamiento “pensamiento teorético”, pues se dirige únicamente al conocimiento y no a la acción ni a la práctica. La filosofía es la disciplina característica de este tipo de raciocinio. La Revolución Francesa, con sus ideales del hombre emancipado de la naturaleza y en contra de Dios, es el punto de partida para hacer estas reflexiones.

La percepción ya no es binaria, ahora se convierte en análoga y deja de ser dualista, ya que se acepta la escala de grises por la semejanza que estos colores tienen con el espíritu humano: no somos ni muy buenos ni muy malos, somos una aleación de estos valores. Siguiendo los principios que Friedrich Schiller postula en sus Cartas sobre la educación estética del hombre de 1795, el arte y el juego, junto con el ocio de Friedrich Schlegel, perfectamente se inscriben en este modelo de pensamiento. Es así como nace el hombre verdadero y libre, el homo ludens.

Existe una interesante idea (o metáfora, si se quiere) para concebir ambos mundos. Lo masculino es la civilización y la destrucción, lo femenino es la naturaleza y la vida, y cuando el hombre conquista y la mujer seduce empieza el juego del erotismo, que abre todo un mundo de significaciones placenteras. El hombre sólo juega cuando es hombre en el pleno sentido de la palabra, y sólo es enteramente hombre cuando juega. A través de la belleza caminamos hacia la libertad: el arte bello educa y refina la sensibilidad para que después la plenitud llegue a la vida práctica y al mundo histórico.

En este momento es cuando nace el primer ataque al imperio tiránico de la razón: el movimiento moderno/antimoderno, mejor conocido como romanticismo.

El romanticismo es la época de la recuperación de la armonía, de la libertad y del orden comunitario, además busca una reconciliación entre el hombre y la naturaleza. Se interesa por lo desconocido de lo conocido, lo análogo, lo simbólico, lo misterioso y lo nocturno, en contraposición son el concepto abstracto y las luces de la Ilustración. Todo esto con el fin de completar la experiencia humana, que el racionalismo dejó incompleta con el ostracismo que impuso a estas categorías, además de la división del trabajo y la especialización del hombre, los cuales fragmentan y alienan el interior de éste.


Para Schlegel, la ironía es el juego característico del romanticismo, que busca romper con la tradición racionalista de la claridad, el orden y el sistema. Constituye una desestabilización de la totalidad.

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